Hermann Hesse |
Escrito en la arena Que lo hermoso y lo hechicero sea tan sólo hálito y tormenta, y que lo encantador y lo precioso y lo propicio nunca permanezca: que flor y nube y pompa de jabón, fuegos artificiales, risas de los niños, mirada de mujer en el espejo y tantas otras cosas tan maravillosas que se extinguen, apenas descubiertas, duren sólo un instante, eso penosamente lo sabemos. No nos es tan querido lo duradero, inmóvil: piedra preciosa con un fuego frío, pesada barra de oro refulgente; y las mismas estrellas extrañas, alejadas, no parecen iguales a nosotros, seres transitorios, pues la hondura del alma no la alcanzan. Parece que lo hermoso, que lo amable tienda a la destrucción, tan cerca siempre de la muerte, y que lo más precioso, los tonos de la música que desde el nacimiento huyen, se desvanecen, hálito son tan sólo, ríos, persecución. Y por un dolor tenue derribados de un soplo, pues tampoco se dejan detener por el tiempo que dura este latido, tampoco exorcizar; sonido tras sonido, casi apenas tocados, se esfuman y se escurren desde allí. Así está nuestro corazón… lealmente entregado, fraternalmente a lo fugaz, la vida, lo que mana, no a lo que, sólido, posee duración. Pronto lo permanente nos fatiga, joyas, roca y mundo estrellado, a nosotros, en el eterno cambio a la deriva, almas de viento y pompas de jabón, al tiempo unidos, y fugaces, a quienes el rocío de una hoja rosa, a quienes el cortejo de unas aves, la muerte del espejo de las nubes, el brillo de la nieve, el arco iris, la mariposa que voló, nosotros, a quienes el sonido de una risa que al pasar nos rozara nos parece una fiesta o nos causa dolor. Amamos todo aquello que nos es semejante, y entendemos lo que el viento escribe sobre la arena… |
Información de contacto: Âme Âme |
E-mail: suicidal.bastard@gmail.com |