Enrique Lihn

Carne del insomnio

 

Ruiseñor comí de tu carne y me hice adicto

al insomnio que ella contagia, por el cual

yo ya tenía una afición extraña

Oigo venir tu canto mudo aún

anudando la noche y el deseo de verte

Y no duermo jamás, sólo las horas

que muerdo el pan del preso y bebo el agua

de su Leteo en el tazón de fierro

Quieren que sobreviva a esta locura

y responda a tu canto con mi grito

por eso duermo poco y muero mucho

ruiseñor, escuchándote

"ave parlera la que fue niña muda".

 

Me parece la celda

no más la emanación de un lindo insomnio

y me parece frívolo compararla con otras

de tantas. Es la noche sin ti con el regusto

de tu carne que produce el insomnio, Filomela

y una adicción al canto con que ese pajarillo

virtuoso de mi oído, me desvela

- oh maravilla - y maravilla

porque es su canto mudo el que estoy escuchando

a la niña no al ave, ensangrentada en pájaro.

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Âme

 

 

Âme

 

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